martes, 9 de julio de 2013

Quinto día - Parchís y cumple en la favela

Hoy ha sido un día muy bueno. Nos hemos levantado temprano y hemos ido a correr, unas, y a andar, otras.  En principio puede parecer una locura ir a correr por una favela, pero puedo aseguraros que no he sentido ninguna cosa diferente a correr en Madrid. Hemos ido con la organizadora de la ONG hasta el siguiente barrio. Un lugar pobre también pero que no es favela. Las calles son muy anchas y hay casas unifamiliares normales, no tan hacinadas y descolocadas como las de la favela. Después de desayunar, hemos organizado las actividades que vamos a hacer con los niños. Los lunes son el día de organizar las actividades y los viernes a medio día estamos libres. La cosa ha quedado de la siguiente manera: 

Horario de las actividades que haremos

Todas vamos a hacer un poco de todo (oficinas son talleres -manualidades, deportes, música y baile, etc). Después están las tareas de la coordinadora y la de Social Media o divulgación, de las que también me encargaré yo :). Hemos entregado esta mañana también las cosas que donamos a la ONG; sobre todo material escolar y de manualidades, pero también cepillos de dientes, libros y ropa. Esperamos que sirva de mucho. 

Después de ésto hemos comido en la sede. Ha cocinado la organizadora y hemos quedado encantadas. Como es de esperar, no faltaba el arroz y feijão (judías). La comida brasileira es una de las mejores que he probado. ¡Cosa peligrosa!

Arroz, feijão, pollo, tortilla francesa y ensalada de verduras

A media tarde se han acercado unos niños a la sede (a pesar de estar ''cerrado'' los lunes). Hemos estado bailando con ellos y haciendo el horario con colores para pegarlo en la puerta principal y que todos sepan qué actividades habrá estos días. Los niños son encantadores. Dos de ellas, Victoria y  Ana Vitória (12 y 9 años respectivamente), nos han invitado a ir a pasear con ellas el sábado y a ir al baile de una de ellas mañana al colegio. No podemos ir a ninguna de las dos cosas, pero me parece que refleja muy bien la forma de ser de los cariocas en general, lo abiertos y sociables que son. También les hemos enseñado a jugar al parchís, les ha encantado. 

De izquierda a derecha: Eva, Alba, Joabson (profe de guitarra) y Sandra

Por la noche, la organizadora de la ONG ha hecho una pequeña celebración para dos de las voluntarias que cumplieron años ayer. Es curioso ver cómo cada país tiene una canción distinta y una forma diferente de celebrar cumpleaños. Han cantado la canción portuguesa y ha hecho un bizcocho con leche de coco buenísimo. 

Cumple de Sandra y Manoli. ¡Felicidades!
Por último, contaros alguna curiosidad ''favelística''. Esta madrugada, sobre la misma hora que el primer día, hemos escuchado los disparos de aviso de que la policía se acerca. He llegado a la conclusión de que la policía pasa siempre a la misma hora para recoger su dinero diario. Además, el bandido que normalmente está debajo de la sede va cambiando cada día. Probablemente van rotando. El de hoy era un chaval de no más de 14 años. No sabéis cómo choca ver a un niño cargando una metralleta. Es bastante duro. También cabe mencionar que es muy común ver coches con TODAS las lunas tintadas. Sí, las delanteras también. Mientras que en España no está permitido tintar más allá de las traseras, aquí ves coches fantasma en todos lados, donde no se ve ninguno de los pasajeros. Da bastante miedo!

Buenas noches :)

lunes, 8 de julio de 2013

Cuarto día - Ipanema

Hemos ido a correr a la playa de Copacabana a las 7 de la mañana. A esa hora aquí ya es de día, pero un domingo no hay mucha gente por las calles. Hay varias personas a las que han atracado de camino del hostal a la playa, así que hemos ido con cuidado. A esa hora había bastantes indigentes por las avenidas y algún que otro borracho. La playa estaba casi vacía. Hemos dejado la ropa y el agua a un lado y hemos empezado a correr. Una hora después, ya con la playa más llena, las cosas seguían en el mismo lugar. ¿Conclusión? Copacabana no es tan peligrosa como dicen, no está sucia (de hecho, está bastante limpia) y mucho menos tiene el agua tan contaminada que no te puedes bañar (rumores varios) :)


Flotando de alegría en Copacabana

Después de desayunar hemos ido andando hasta la siguiente playa, Ipanema, conocida por ser frecuentada por personas con más poder adquisitivo. Es verdad que nada más llegar, aunque la playa, para mi gusto, no es tan bonita ni tan extensa como Copacabana, se nota que la gente allí tiene más dinero por el tipo de bañadores, peinados y ropa que llevan. 

Los domingos hay un mercadillo artesanal en Ipanema donde venden cosas muy curiosas que están, en su mayoría, hechas a mano. También hay un puesto de comida bahiana (del estado de Bahía, uno de los que más inmigración africana tuvo) donde hemos tomado algo para picar (acarajé sobre todo). 


Cocinando tapioca en el Mercadillo de Ipanema

A la vuelta al hostal, un grupo de unos 7 chicos y chicas de unos 15 años han pasado por nuestro lado siguiendo al cabecilla. El chaval ha figurado que tenía una pistola en las manos y nos ha ido ''pegando un tiro'' uno a uno, haciendo incluso el sonido del disparo, mientras las chicas reían y los chicos le elogiaban. En fin, estas son cosas que estos chavales ven todos los días en su barrio, así que no le hemos dado más importancia. 

De camino al hostal hemos parado en ''Pedra do Arpoador'', que separa Copacabana e Ipanema y desde donde se ve una hermosa puesta de sol. Desde allí, hemos tenido la suerte de ver muchos delfines jugando en el agua :)
Delfines jugando en Copacabana

Para volver a la favela hay que coger metro y tren de nuevo. Ayer, cuando le contamos a la guía de nuestro tour que estamos quedándonos en esta favela, casi sufre un ataque al corazón. Dice que NADIE, NUNCA viene aquí y que, mientras que el metro es seguro, el tren es muy peligroso y que ella sólo ha montado una vez y será la última. Pues bien, hemos vuelto en el tren ya de noche y, qué queréis que os diga, me parece que el miedo de los brasileiros al tren y a las favelas es en un 85% infundado. Los trenes están muy nuevos y no he visto a nadie que se acercara a raro o peligroso, al menos a nadie que supere las extravagancias del metro de Madrid. 

Discutiendo con la guía sobre el tema favelas, nos habló de Rocinha, que está muy cerca del centro de la ciudad y es considerada una de las favelas más grandes (Rocinha tiene unos 60.000 habitantes, la nuestra unos 34.000). En fin, Rocinha es una favela pacificada en toda regla. El gobierno, con el mundial de football a la vuelta de la esquina, ha pactado con esta favela que la policía instale cuarteles dentro y que esté vigilada 24 horas (la nuestra no está vigilada, simplemente puede entrar la policía previo aviso al dueño de la favela). Para ello, se ha creado una policía especial -  la Unidad de Policía Pacificadora -, que se encarga de asegurar que la favela se mantenga sin bandidos (en Brasil hay más de 5 tipos de cuerpos policiales, ya veis que cantidad no supone calidad). Supuestamente, los bandidos de Rocinha se han exiliado a otras favelas, ciudades e incluso países. En fin, que le pregunté a la guía quién aseguraba que esta Unidad de Polícia Pacificadora no era corrupta. ¿es que no pueden haber hecho un pacto para que, de forma temporal, se ausenten los bandidos o hagan sus negocios un poco más silenciosamente? ¿No es posible que la policía pueda haber ''perdonado'' pagos a los bandidos, pidiéndoles que hagan el teatro de la ''pacificación'' y vuelvan una vez que termine el Mundial de football? La guía se escandalizó, diciendo que eso no es posible, que esta policía no es así. Pues bien, hoy he hablado con otro brasileiro y me ha dicho que por supuesto que es corrupta y que mi teoría no está del todo errada. ¡Locuras de este país!


domingo, 7 de julio de 2013

Tercer día - Copacabana

Los fines de semana los tenemos libres, así que vamos a aprovechar para hacer un poco de turismo. El primer fin de semana fuimos a Río. Estamos relativamente cerca del centro, a unos 28 km. La favela tiene parada de tren que lleva directamente a Central do Brasil, la estación más céntrica de la ciudad. Se tarda unos 30 minutos en llegar y el precio del billete son  2,90 reales (90 céntimos). Algo caro, pensando que el salario mínimo (y que cobra una buena parte de la población) es de 678 reales, unos 210 euros. El tren está en bastante buenas condiciones. Hay muchos trenes nuevos y muy limpios (también los hay antiguos, pero nada que no veamos en el Metro de Madrid). La frecuencia no es muy buena, los trenes pasan cada 25 minutos aproximadamente. Lo que más me llamó la atención es que cada segundo un vendedor ambulante recorre el vagón dando gritos y ofreciendo los productos más variopintos que podáis imaginar: espuma de afeitar, mandos de televisión, galletas, discos, estropajos...cualquier cosa. ¿Por qué venden estas cosas tan variadas? Porque la gente las compra. Increíble. Es gracioso, cosas que piensas que nadie compraría en un vagón (como un set de cuchillas de afeitar), las acaba comprando una media de 5 personas por vagón. Lo más triste de todo es que también hay niños y adolescentes, de entre 8 y 15 años, vendiendo en los vagones, y se puede ver que en el futuro, con mucha probabilidad, hagan lo mismo.
Una curiosidad: tanto en el tren como en el metro, hay vagones específicos para mujeres en las horas punta para evitar que los hombres se aprovechen de la situación. En esas horas, sólo pueden entrar mujeres en esos vagones (en el resto también, claro).
Hall de la estación Central do Brasil

La estación Central do Brasil es una locura total. Convergen las líneas de metro y de tren y la gente se aproxima en estampida. No puedo compararla con ninguna estación de tren ni de Madrid ni de Londres: ésta las supera con creces. Conseguimos hacernos paso (con mucho miedo, es una verdadera estampida) y coger la línea de metro que nos llevaba a la parada cercana al hostal donde nos quedamos. El hostal está en la zona de Copacabana, una de las zonas ricas de la ciudad. Se llama Che Lagarto y pertenece a una cadena que se extiende por toda Latinoamérica. Es recomendable: barato, con uma limpieza normalita y, eso sí, muy buen ambiente.

Dejamos las cosas en la habitación y fuimos a cenar algo. Nos han dicho que tengamos mucho cuidado, que no llevemos ni siquiera bolso, que metamos dinero en el bolsillo del pantalón y evitemos calles oscuras o con poca gente. Aunque es verdad que andamos en grupo y siempre con cuidado, no he visto absolutamente nada raro, o por lo menos nada que no haya visto en otros lugares. A simple vista, parece una ciudad segura, aunque siempre dependerá de la mala o buena suerte que cada uno tenga. Fuimos a un sitio en el paseo marítimo, nos sentamos y cuando estábamos a punto de pedir decidimos marcharnos porque nos parecía excesivamente caro (típico sitio para turistas). Así que fuimos al bar cutre de la esquina, comimos un par de cosas y volvimos al hostal. Nos tomamos unas caipirinhas (muy buenas) y ese fue el fin de la noche.

Todas en la entrada del hostal Che Lagarto Copacabana


El sábado por la mañana nos levantamos pronto, desayunamos en el hostal (de nuevo, muy buen desayuno buffet para ser un hostal de unos 12 euros la noche) y fuimos un rato a la playa de Copacabana. A pesar de lo que había escuchado, la playa está bastante limpia (mucho más que cualquiera española) y, de nuevo, ninguna clase de peligro aparente. Dejamos las cosas solas un par de veces y no pasó nada. Una compañera y yo la recorrimos corriendo de punta a punta, ida y vuelta, y todo nos pareció normal. Una playa donde la gente va a pasar el día con sus amigos y familia, todo normal como en cualquiera de España.

Las locas de la playa

Más tarde fuimos a un tour por los lugares más emblemáticos de Río que organiza también el hostal. Subismos al Cristo Redentor (con unas vistas increíbles), los barrios de Santa Teresa (emblemático y precioso, donde se encuentra la escalera de Selarón) y Lapa, la catedral  (horrorosa, por cierto) y Pão de Azucar. Ha sido un tour completo de unas 5 horas de duración, de esos tours que son obligados cuando no tienes todo el tiempo que quisieras tener para conocer una ciudad a fondo. Durante el trayecto, hemos hablado mucho con la guía, una brasileña de la ciudad de Niterói, cercana a Rio y considerada una de las que mejor calidad de vida tiene. Cuando le contado que estamos haciendo un proyecto de cooperación en la favela en la que estamos, casi le da algo. No se lo podía creer. Dice que es un lugar donde nadie nunca va porque es muy peligroso. Después, cuando le hemos dicho que habíamos montado en tren (no metro, tren), tampoco daba crédito. Se ha puesto histérica, diciendo que el tren sólo lo usa la gente de clase más baja y que también es peligrosísimo, que ella montó una vez y pasó tanto miedo que nunca lo volverá a hacer. Ahí es cuando el reflejo de la gigante brecha social brasileira sale a la luz. ¿Cómo puede alguien tener esos prejuicios sobre las favelas cuando nunca ha visitado una? Los medios de comunicación también colaboran a que, como en el caso de esta chica de clase acomodada, se cree una imagen muy distorsionada y se meta a todo el mundo en el mismo saco. La favela no es un lugar totalmente seguro pero hay leyes, hay normas y hay gente real. No todos son peligrosos, son personas normales que tienen sueños, miedos y sentimientos como todos los demás. Son muy abiertos, amables, serviciales, y tienen un sentido de vida comunitaria que pueden envidiar todos los ricachones que tienen pisos de lujo en primera línea de playa en Ipanema.

Voluntarias en la Escalera de Selarón

A la vuelta del tour, hemos ido en búsqueda de un rodizio (churrasquería) brasileiro que, según la guía, estaba muy cerca del hotel. Lo cierto es que lejos no estaba, pero su ubicación no tenía nada que ver con la que nos ha dicho ella. Hay una cosa importante a tener en cuenta en Brasil: no hay que hacer demasiado caso a las indicaciones de la gente. Con tal de ayudar, dicen cualquier cosa, y muchas veces es información errónea. 


Churrasquería Mon Chick en Copacabana. Se nos unieron dos chicos del hostal! 
Pensábamos salir un rato por Lapa, uno de los barrios con más marcha nocturna, pero hay que coger taxi para ir y volver y nos ha dado pereza. Este post no es de lo más interesante, espero poder contar más cosas increíbles en los próximos días :)

viernes, 5 de julio de 2013

Segundo día - Paseando por la favela

Por motivos de seguridad, a partir de ahora no nombraré a personas ni a lugares concretos que pongan en riesgo a la coordinadora o al funcionamiento de la comunidad. 

Hoy nos hemos reunido con la organizadora de la ONG por la mañana para hablar de las reglas de la favela (de esta, y de todas en general). Hay una serie de obligaciones si uno no quiere meterse en problemas. Entre otras, está terminantemente prohibido hacer fotos al paisaje en general, porque siempre hay alguien que puede salir en la foto (aunque sea de lejos) y se puede poner su seguridad en riesgo. No hablamos de personas cualesquiera de la comunidad, sino de los involucrados en el narcotráfico. Nos han avisado de que siempre hay alguien vigilándote, estés donde estés. De hecho, a más de una persona le han quitado su móvil o cámara precisamente por eso, por haber visto que se ha hecho una foto no autorizada .Para cuando nos lo ha dicho, yo ya había hecho fotos desde la ventana, que por suerte no he tenido que borrar. Otra advertencia: no se puede hablar de los jefes de la favela (donos). Por lo menos, nosotras no podemos hablar de ellos. En la nuestra, es un joven que ronda los 25 años. He preguntado cómo se llega a ser jefe, y la forma es bastante simple: matas al jefe actual y ocupas tú su puesto. Ley de vida, como veréis. Normalmente , el aspirante a jefe manda que lo hagan terceras personas, pero en muchas ocasiones se paga a la policía para que haga una redada y mate al dueño ''sin querer''. Curioso, sí. Otras normas son de lógica común: no hablar con los bandidos más allá de hola y adiós, no llevar ropa provocativa y no llamar demasiado la atención.

A nossa comunidade :) 

De las pocas cosas que consigo que se me contesten (las preguntas sólo se pueden hacer en ciertos momentos y lugares, lejos de cualquier posible oyente), me han contado que nuestra favela, hace 20 años, era una escena continua de crimen. Había dos barrios colindantes dominados por facciones criminosas diferentes y nuestra favela ''conquistó'' a la de al lado, que se rebeló, claro. Así que se montó una carnicería importante. Hoy, ambos barrios son la misma favela; aunque hay un muro que las separa, donde aún quedan las marcas de cientos de tiros. La otra favela está bastante mejor organizada, parece mejor planificada y cuenta con una de las ONG más conocidas y con mejores proyectos actualmente en Río, Afroreggae. Hemos ido a dar un paseo por aquí con la organizadora para que se haga público que somos las voluntarias y que pertenecemos al lugar. 

Uno de los pasajes de la favela

En la favela hay gente de todos tipos. Blancos, negros, mulatos, niños, ancianos...de todo. Es un barrio normal. Yo imaginaba que la mayoría sería negra pero hay tantos o más blancos que negros. Esta favela está asfaltada y tiene algunos canales para desagüe, no está nada mal. Las calles son caóticas y estrechas, pero son calles transitables. Los  niños juegan descalzos y no está tan sucia como esperaba. Si bien es cierto que el canal que atraviesa la comunidad es un vertedero maloliente y hay basura y suciedad por todos lados, la idea que tenía en mi cabeza era bastante peor. El barrio colindante que comentaba antes y que ahora pertenece a la misma favela, tiene las calles mucho más anchas, limpias y organizadas. Es obvio que es otro barrio, se nota la diferencia.

Un niño jugando en la favela

Mientras paseábamos por la favela, en una de las calles he encontrado, de frente y sin esperarlo, a uno de los bandidos. Éste era algo más mayor e iba armado hasta las cejas. No había visto tantas armas juntas en una persona en mi vida. Me he llevado un buen susto, de estas veces que te sube la adrenalina hasta los pelos de la cabeza y te baja hasta los pies en cuestión de un segundo. Son hombres normales y corrientes; en otra circunstancia y desarmados pasarían por cualquier vecino que podáis tener. Yo, muy digna, he conseguido seguir el paso como si fuera lo más normal del mundo, a pesar de que mis piernas flotaban del miedo.

Hemos ido a tomar unas cervezas a un bar y al rato ha aparecido un bandido con una camiseta de Iniesta y se ha quedado por la zona. La directora de la ONG nos ha dicho que guardáramos rápido las cámaras mientras él estaba allí. Es curioso, ella siempre está alerta. Está presente, hablando con nosotras, pero con mil ojos puestos en todas las esquinas para asegurarse de que nada pasa y de que estamos cumpliendo todas las normas tácitas de la zona.

Después, hemos comido en frente de la sede de la ONG en el bar más conocido de la favela. Era un bar pequeñito con 4 TV, emitiendo una telenovela distinta en cada una (aquí hay pasión por ellas). Íbamos a hacer una foto al lugar cuando ha entrado un bandido y se ha dado media vuelta en cuanto ha visto la cámara. La coordinadora nos ha dicho que la guardáramos inmediatamente y al momento ha vuelto a entrar., con la seguridad de que la segunda vez estaría todo bajo control. Te regalan un par de minutos para recapacitar, para que hagas las cosas como se deben hacer. Gracioso. Se ha sentado en la mesa de al lado, walkie en mano y pistola en pantalón, a comer lo mismo que nosotras. Debía ser su hora libre. 

En la favela no se respira miedo ni inseguridad. La gente está tan acostumbrada a esto que no viven con miedo. Los bandidos son vistos por muchos como ídolos y se sienten orgullosos del trabajo que desempeñan. Por suerte, con el tiempo esta concepción está cambiando. Hoy en día, se comienza a ver a estos jóvenes con pena, sabiendo que van a morir pronto, ya sea por conflictos armados, por represalias o por enfermedad. Hay que tener en cuenta que estas personas pasan horas en la calle, independientemente del tiempo que haga. Según me han contado, algunos de ellos han muerto por enfermedades como la bronquitis o la pulmonía por pasar horas bajo la lluvia. Lógicamente, su sistema inmunológico se ve afectado también por las drogas que consumen.