lunes, 15 de julio de 2013

Segundo fin de semana - Excursiones descalzas y más - La locura de las voluntarias

Puedo describir el fin de semana con una palabra: INCREÍBLE. No puedo pedir más, ni a las personas que me rodean ni a la vida en sí!

El sábado nos levantamos temprano para hacer una ruta que se llama el Pico del Papagayo. Es uno de los más altos de la isla. Como sabéis, la información que pasa de boca a boca suele perder exactitud, y así nos pasó con ésto. En principio pensábamos que sería una hora de subida y otra de bajada (es 1 km de altura aproximadamente), así que fuimos muy animadas pensando en que al bajar nos daría tiempo a ir a la playa. Íbamos 7 mujeres, con chanclas de playa, bikini, una botella de agua y algo de fruta. Pues bien, resultó ser que la excursión no era de una hora andando, era de 11 horas prácticamente trepando. Sí. Un uno más!!!!! Claro, que eso no lo supimos hasta que volvimos, jajaja.

El Pico del Papagayo es el que asoma después de la montaña más alta 

Entrada al camino. No sabíamos lo que nos esperaba...

 Era un paisaje precioso, selvático, vimos a monos por los árboles que parecía que silbaban;  increíble, repito. A los 30 minutos de empezar decidimos quitarnos las sandalias, el terreno era bastante abrupto y se iba mejor sin ellas. Si no lo habéis hecho nunca, os lo recomiendo. No hay botas de trecking que superen la adaptabilidad y precisión de los pies. Eso sí, al bajar casi muero. Pero mereció la pena! Llevábamos una hora andando cuando 2 de las integrantes desistieron (normal, sólo nos quedamos las que estamos locas). Cuando se marcharon, nos desviamos del camino y ahí sí empezó la aventura. Empezamos a subir por una zona por donde caía agua y había rocas gigantescas (descalzas), nos escurríamos, nos picaban plantas y bichos, nos quedábamos atascadas. Cuando conseguimos llegar a una zona que parecía el camino, nos dimos cuenta de que estábamos perdidas y tocó bajar todo lo que habíamos subido (a todo esto, tengo una rodilla operada y accedí a ir a la excursión porque se suponía que era light). Bueno, no os puedo describir la bajada. Sólo os digo que me despedí de mi madre en alto varias veces (Mamá, te quiero). 

¡¿Dónde nos hemos metido?!

 Después de esto y de reencontrar el camino, decidimos volver por donde habíamos venido e irnos a pasar el día tranquilamente a la playa. Justo entonces aparecieron tres simpáticos brasileiros, equipados cual Indiana Jones, que conocían el camino. Imaginaos también lo que ellos debieron pensar al vernos aparecer como si fuéramos indígenas de la zona, en bikini y descalzas y llenas de porquería hasta la cabeza. Bastante gracioso, sí. Así que, otra vez estando locas, nos unimos a ellos. 

Los brasileiros malucos


Y ahí siguió la aventura. Todavía íbamos pensando que quedaba poco, pero que va, cuanto más andábamos más parecía que no llegaríamos nunca. 5 horas después, llegamos a la cima. Con las plantas de los pies molidas, casi sin agua, sin comida (excepto un par de plátanos robados en la recepción del hostal y una bolsa de patatas fritas) y con la necesidad de volver lo antes posible porque si anochecía lo íbamos a tener bastante difícil. 

La cima :)

¿Que si valió la pena? Sin duda. La sensación de estar tan conectadas con la naturaleza (lo de ir descalzo no es ninguna tontería), y las alucinantes vistas, hacen que tenga el mejor recuerdo de cualquier excursión que haya hecho. El esfuerzo sí trae siempre una recompensa :) 



Habíamos quedado con los brasileiros aventureros (acabamos llamándoles malucos - locos-, aunque no sé quiénes estamos peor, si ellos o nosotras) en que les avisaríamos al llegar abajo. Tuvimos problemas técnicos y no pudimos hacerlo hasta bastante más tarde. Cuando hablamos con ellos, nos pidieron que miráramos al Pico del Papagayo (ya era totalmente de noche), y ahí estaban, dándonos las buenas noches desde la cima con una linterna. Si imagináis esto a la orilla del mar y con todas las estrellas mirándote, coincidiréis en que fue una noche mágica :)


La bajada. No os digo nada!!!!

Nuestros pobres pies

Volvimos al hostal a ducharnos y fuimos a cenar a un sitio precioso a la orilla del mar y alumbrado con velitas. Había un señor tocando canciones muy conocidas con la guitarra en directo. Lo que os digo: un día inmejorable.

:)

Hoy - domingo - dos de nosotras hemos preferido tener un día algo más tranquilo, sobre todo por el miedo de apuntarnos a una excursión de una hora y que luego durara 10. Hemos estado limpiando la playa durante unos 40 minutos (es una iniciativa de una chica australiana que hemos conocido allí). La verdad es que hasta que no juntas toda la basura no te das cuenta de lo sucia que está :(

La basura no llega sola a la playa!

Más tarde hemos ido a Praia Preta, una playa cercana con partes de arena negra. He estado interrogando a la directora de la ONG (que también ha venido el fin de semana con nosotras), sobre la política e historia de esta favela. Os contaré detalles en los próximos días.  El ferry salía a las 17 horas así que sólo nos ha dado tiempo a comer rápido e irnos. Por cierto, en el hostal, al ir a recoger las cosas, he conocido a un chico de Alcorcón (yo soy de Móstoles, la ciudad más próxima!!!). Ya os digo, el mundo es un pañuelo enanito! A la vuelta, nada más pisar nuestra casa (la de la favela, ya la sentimos como nuestra), ha empezado a llover como nunca he visto. Parte del techo aquí es metálico, y hay algunas ventanas que son sólo el hueco, sin cristal. Ha empezado a caer agua, goteras, unos ruidos que bien superan el miedo que dan los bandidos.

Be water, my friend


Ahora parece que ya se ha calmado. Que tengáis un comienzo de semana estupendo :)