viernes, 5 de julio de 2013

Llegada a Rio y a la Favela


Aterrizamos en el aeropuerto a las 17:20 y tuvimos que esperar a las demás voluntarias hasta las 22 horas. La espera, después de 10 horas y media de vuelo, no fue muy emocionante.

Llegada al aeropuerto :)

En la carretera aquí hay pocas reglas (sobre todo aquellas que no son autopistas o carreteras nacionales); los coches pasan incluso en diagonal por caminos de tierra para incorporarse en ellas. Para hacerse una idea del tránsito aquí, decir que tardamos unos 45 minutos en recorrer un tramo de unos 14 km, la distancia a la que está la favela a la que vamos del Aeropuerto Internacional de Galeão. Al ir acercándonos a la favela, cada 2 o 3 metros hay un badén de cemento creado por los bandidos de la favela para impedir o dificultar el acceso de la policía. Son desniveles de unos 30 cm de alto a los que uno acaba acostumbrándose. Bandido se llama a todas las personas involucradas en el narcotráfico, que normalmente llevan armas y son las encargadas de cuidar de la seguridad en la favela. Aunque es un término generalizado, nadie suele atreverse a llamar a un bandido ese nombre a la cara. En la entrada a la comunidad (eufemismo nuevo para denominar a las favelas), el conductor del minibus enciende todas las luces del interior para mostrar quienes somos (la directora va de copiloto) y hacer ver que no hay nada que esconder. Todo por seguridad. 

La favela es un barrio carente, con casas hacinadas y algo sucio, pero es un barrio con gente normal.  Es de noche así que es todo algo desconcertante, más todavía cuando, al llegar a la puerta de la sede de la ONG, veo a un chico joven con una metralleta, uno de los bandidos. Saluda cordialmente al ver que vamos acompañados de la coordinadora. Yo respondo, claro, ¡a ver quién se atreve a ignorarle! Os puedo asegurar que me fría durante un buen rato. Impone muchísimo.   Entramos en la sede. Es un edificio pequeño de 3 plantas, construidas de poco en poco y a medio terminar. Las paredes son de ladrillo y cemento y, salvo alguna excepción, no están pintadas ni recubiertas. La tercera planta es la de los voluntarios. Tenemos 4 literas, dos baños y una cocina. Todo, tanto la favela como la casita donde nos alojamos, son bastante mejor de lo que me habría imaginado. Imaginaba condiciones más precarias y lo que nos ofrecían era un hotel de 5 estrellas frente a mis suposiciones. ¡Tenemos hasta ducha, a veces con agua caliente!

Todas frente a la sede. Falta Susi, la fotográfa


Después de dejar las maletas, nos acercamos a un local que está al lado para tomar unas cervezas. Cuando salimos de la sede de la ONG, el bandido sigue ahí, quieto, con su ametralladora como quien lleva un teléfono móvil o un MP3. Con samba de fondo, en el barcito empiezo a conversar con la coordinadora sobre la vida en la favela, sus características, su organización y otras cosas similares. Si algo me caracteriza es mi curiosidad (¿tendrá algo que ver con haber estudiado periodismo?, así que empiezo a cuestionar cosas bastante comprometidas, como se encarga de indicarme tras un par de preguntas. En un principio creo que es una favela pacificada (después descubro que no, como puede leerse aquí). Que una favela esté pacificada, a grandes rasgos, simplemente quiere decir que se ha instalado en ella una unidad de Policia Pacificadora (UPP). Esta policía, de reciente creación, es un cuerpo especial que accede a la comunidad (haciendo que los narcotraficantes se vayan mediante previo aviso) y ponen fin (en teoría, en la práctica no es así) al narcotráfico. Colocan comisarías dentro de la comunidad y permiten que cualquier persona pueda entrar. Esta medida se está llevando a cabo, sobre todo, en las favelas más céntricas a las zonas ricas y turísticas con el objetivo de hacer esas zonas más seguras y de dar una buena imagen a nivel internacional.

Según me cuenta la coordinadora, casi susurrando mientras la samba va sonando, en nuestra la policía no puede entrar (para eso están los bandidos en cada esquina). Sin embargo, lo hace avisando previamente, ya que cobra una cuota mensual que le entregan los bandidos por permitir que se venda droga y hacer la vista gorda. Intento saber más, pero la coordinadora me dice que ya he dicho la palabra ''policía'' 5 veces y que ese es el máximo diario que se puede decir. Me pide que no hable más de ese tema allí y que la pregunte a ella en privado en otro momento.

La relación bandido-policía es un tabú, un juego pactado entre ambos bandos que llega a ser muy peligroso y un ejemplo vivo del problema de corrupción que vive el país. 

2 comentarios:

  1. Ostras!!... que emocionante suena la verdad.. una experiencia única.. y solo el primer día... Esperaremos la siguiente publicación de este documental. Si puedes saca videos y creas un documental con video y fotos!.

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  2. Gracias por tu información. No resulta fácil obtener formación tan detallada de primera mano.

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